Javier Pérez ha sido el mejor presidente en la historia del C.D. Tenerife. Los números están ahí y así lo certifica. Llegó en 1986 con el conjunto blanquiazul sumido en la Segunda B y en una profunda crisis económica y volteó la situación. En su primera temporada alcanzó el ascenso a la categoría de plata y en 1989 en Sevilla el salto a la élite tras 27 años de ausencia. A partir de ahí diez campañas consecutivas con la cream de la cream del fútbol español, con dos participaciones europeas, unas semifinales en el torneo continental del curso 96-97, unas semifinales de Copa en el 94, técnicos de renombre en la isla (Valdano, Jupp Heynckes,...), otro ascenso a primera división en 2001, grandes contratos televisivos, excelentes fichajes, remodelación del Heliodoro Rodríguez López con la ayuda de los organismos pertinentes,... y otras muchas cosas que se me quedan en el tintero.
Sin embargo, lo positivo no debe impedir dejar ver lo negativo. Y es que Javier Pérez una vez que hizo cumbre, creyó que podía bajar la montaña sin cuerdas y acabó mal. Pudo haber descendido con tranquilidad y dejar al club en las alturas, pero siempre apeló a aquello de que "no voy a dejar la entidad en malas manos" cuando resulta que el día que abandonó el Tete la deuda alcanzaba los 60 millones de euros si no recuerdo mal y no se avistaba una solución viable con Pérez en la presidencia. Además, la imagen aquella de un señor Berlusconi (como un servidor le llamaba cariñosamente en mis cartas al director en La Gaceta de Canarias) entregando "el legado" a Víctor Pérez Ascanio fue muy triste y lamentable. Mereció un mejor final.
En su debe, algunos siempre le criticaremos el desprecio que mostró por la cantera (prefería traer a un joven de fuera, por ejemplo Ballesteros, y formarlo en lugar de dar la oportunidad a chicos de la tierra); focalizó, no sé si a propósito o no, todos los éxitos en su persona y esa circunstancia le perjudicó porque se engrandeció menospreciando a mucha gente que colaboró con él y también hizo grande al Tenerife; se volvió loco fichando él solo con el Don Balón en la mano como solía decir algún periodista; no supo administrar el gran patrimonio que tuvo en sus manos (debió sentar unas bases pensando en que todo el futuro no sería de color de rosa); no supo encajar las críticas hacia su gestión y "se encaró" con algunos comunicadores,.... y más cuestiones que mejor no recordar.
En fin, Javier Pérez ha sido el mejor presidente en la historia del C.D. Tenerife sin olvidar los tremendos errores que cometió. P.D: Estas líneas están escritas con todo el respeto hacia la memoria de Javier Pérez y su familia en el séptimo aniversario de su muerte.
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