Hace unos días me pidió el amigo Iñaki que escribiera para su blog una reflexión sobre el CD Tenerife. En principio no dudé en aceptar la propuesta, pero ahora debo reconocer que para alguien que ya no está tan metido en el acontecer diario blanquiazul, como hace algunos años estuve, no resulta nada fácil. En cualquier caso, aquí va la opinión de un aficionado que cada quince días cumple con el ritual de asistir al Heliodoro como si nada hubiera pasado en las dos últimas temporadas.
Normalmente las entidades deportivas, y a veces no deportivas, suelen ser reflejo de sus dirigentes. Entiendo que a partir de la decisión, legítima, por supuesto, de no dar continuidad a un proyecto que nos llevó a 1ª división, y lo que es peor, no presentar ningún otro, más que las urgencias y los contínuos cambios de criterio, los rectores de la entidad han colocado al club en una situación deportiva que cuanto menos es preocupante, y que amenaza con volverse alarmante por mor de los resultados que nos depare esta temporada.
Lejos de aprovechar el desembarco en 2ª B para rearmarse con un proyecto serio, con proyección de futuro, que mezcle jugadores de la cantera con otras incorporaciones, este consejo (es él quien autoriza o no al director deportivo) ha optado por diseñar una plantilla con la que pocos nos identificamos más allá del blanco y azul de la vestimenta.
En medio de este panorama navega el barco blanquiazul, sin rumbo, pero buscando mejores puertos, como la 2ª división, en los que refugiarse y a la espera de que otros patrones con mejor cualificación lleguen para buscar metas mayores. A corto plazo, el fútbol es tan grande e impredecible, que el ascenso no es una utopía.
Artículo de FRAN BRITO, profesor de inglés y periodista. Trabajó en Cope y Radio Myd Tenerife.
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