miércoles, 18 de abril de 2012

ROMMEL, EL SIMBOLO


Siento tristeza cuando lo recuerdo porque, pese al gratìsimo tiempo que pasamos con él en el Club Deportivo Tenerife, su final, en plena juventud, nos impactó. Tantos choques de trenes jugándose el tipo con otros jugadores en esos campos de fútbol, para acabar muriendo de la manera más insólita al estrellarse su coche contra un árbol en Albacete.

Rommel era muy joven cuando llegó a Tenerife. Vino a jugar un "Mundialito de la Emigración" y se quedó en la isla gracias al ojo de José Antonio Barrios, ex jugador, ex director deportivo, ex vicepresidente y tantas otras cosas vinculadas al CD Tenerife. Si tuviéramos que buscarle un título periodístico a aquel momento, yo apostaría por "El Tigre cazó al Pánzer". Barrios vio algo en aquel chico alto y luchador que le llamó la atención. Le invitaron a quedarse y así lo hizo en busca de su prosperidad que comenzaría aquí.

Poco a poco comenzó su etapa en el CD Tenerife y, poco a poco, con mucha humildad y trabajo, aquel joven que llegaba desde Panamá se fue abriendo hueco en un equipo que por entonces aspiraba a ser algún día de Primera División.

Rommel Fernández pasó a ocupar el sitio que merecen ocupar los jugadores que triunfan. Se batió el cobre en los campos y comenzó a labrarse un prestigio como delantero centro cazagoles, especialmente con sus saltos de cabeza o sus sprints ganando en carrera a las defensas rivales aprovechando la gran zancada que propiciaba su estatura.

Al tinerfeñismo no se le olvidan aquellos saltos de cabeza buscando el gol, aquellas tardes inolvidables en que Rommel marcó el camino, con su esfuerzo titánico, para liderar a aquel fantástico grupo que consiguió el ascenso en la temporada 88-89. Aquel retorno a Primera División tras cerca de tres décadas de ausencia cuando militamos en la máxima categoría por última y única ocasión, fue festejado por todo lo alto en la isla que convirtió a aquel joven emigrante en su ídolo.

Su primera temporada en Primera lo catapultó a la fama y lo convirtió en objeto del deseo de clubes importantes. Rommel era protagonista jornada tras jornada en aquel CD Tenerife que tan simpático caía al aficionado y al periodismo deportivo nacional. Un día los rumores se hicieron realidad y Rommel tuvo que volar hacia Valencia y después hacia Albacete, pero aquí no podíamos olvidarlo. Su figura se engrandeció aún más y la afición no podía desprenderse de su recuerdo convertido en mito tras aquel desgraciado accidente que le costó la vida en 1993.

Ahora, cuando Iñaki me pide colaborar con un artículo dedicado a su memoria, los recuerdos se agolpan en mi cabeza mientras tecleo de manera desenfrenada pensando en él. En aquella época me obsequió con su amistad y le aprecié de manera muy especial por ser ese chico que todos queremos ser, tímido y trabajador, humilde y triunfador.

Rommel era un gran amante de la salsa que le acompañó desde su América y compartimos también momentos musicales que guardo con cariño. No cabe duda que nunca podrá olvidarse su paso por Tenerife ya que es un ejemplo que debería servir para que el CD Tenerife no olvide lo que fue y lo que debe seguir siendo, un club humilde que siempre aspira a convertirse en un grande pese a las adversidades, con lucha y mucho tesón. Rommel es el símbolo, el faro que debe iluminar el camino hacia un futuro que debe ser justo y menos cruel con esta entidad que, por otro lado, debe sentirse orgullosa de haber contado en su elenco de jugadores históricos con este indudable crack.
 
Artículo del periodista JOSE ANTONIO PEREZ. Ocupó La Jefatura del Gabinete de Comunicación del C.D. Tenerife durante ocho años.
 

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