Llevo desde hace días dándole vueltas a la cabeza. Y por más que repaso el poco tiempo que conviví contigo no acierto a lograr una respuesta a la duda: ¿qué fue lo que hiciste tan mal como para no merecerte, siete años después, un homenaje? ¿Para que en el encuentro ante el Marino de Luanco el club no tuviera la delicadeza de haberte dedicado un minuto de silencio? ¿Para que en ningún sitio se te recuerde salvo en nuestras memorias?
Entiendo que fuiste un Presidente demasiado respetado. Que todos te califican como un tipo ambicioso que cumplía sus sueños. Un estratega del verbo y un amante del éxito. Leí hace poco en deporpress.com que, quiénes te conocían, valoraban de ti la enorme capacidad que tenías de ilusionar a la gente. Muchos te tomaron en un principio como el pito del sereno: aquel que hablaba de cosas imposibles de lograr. Dijiste una vez que el Tenerife subiría de Segunda B a Primera División. Se te rieron en la cara. Lo lograste. Les cambió la expresión. Años después en una presentación en el estadio, anunciaste que el equipo jugaría en Europa. Se te rieron. Lo lograste. Lloramos de alegría. Tan solo una vez te fallaron los designios: sí confeccionaste un equipo de lujo. De tan lujo que a los jugadores les dio por la pasarela y el ocio y dejaron a un lado su verdadera profesión que era la de jugar sobre un terreno de juego.
Y fue ahí cuando, pese a tu armazón de guerrero, tu escudo indestructible y tu lanza de hierro, el áurea de la fortuna comenzó a abandonarte y aquellos que rieron contigo, los que te abrazaban y brindaban, los que te susurraban al oído "te amaré hasta el fin del mundo" empezaron a recoger sus bártulos y, en silencio, empezaron a dejarte de lado. Y te quedaste solo. Y sólo te consolaba el amor de tus hijas y esposa. Ese es el que nunca falla, Javier. El que siempre está ahí.
Y te marchaste: del club y de nuestras vidas. Y llegaron otros. Unos con más acierto que otros. Sin memoria, ninguno. Sin interés por respetar a una historia que te ha dejado a ti un espacio de honor: más de una década de éxitos entre los grandes, de entrenadores deseados por los mejores equipos del mundo. ¿De qué valió eso, Javier? De nada. Pero todos ellos a los que la memoria les ha fallado, no contaron con algo. Con que muchos de nosotros, por muy mal que estuvimos contigo, por mucha crítica que te hicimos, sabemos reconocer las cosas. Éxito es lo que tu forjaste. No lo olvides nunca. Por muy mal que terminaras. Y cuando dentro de varios años podamos hablarles a nuestros nietos del Tenerife, empezaremos siempre con la misma frase "Recuerdo una vez, cuando jugamos en la UEFA contra...". Frase que, por bendita culpa tuya, narraremos con orgullo.
Artículo de IVAN VILLANUA sobre Javier Pérez, expresidente del C.D. Tenerife.
Iván es Periodista Social. Comunicador 2.0 Puedes seguirlo en Twitter: @ivanvillanua
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